Distrayendo los ocios en la Fortaleza de la Soledad (I)

Hace unas semanas bromeaba en las redes sociales con la idea de aislarme del mundo con un grupo de buenos roleros en un búnker y pasar los próximos años jugando a Dragones y Mazmorras hasta que el apocalipsis vírico pasase. Por entonces, las barbas del vecino chino ya se habían visto cortar y, pese a que los medios de comunicación decían que todo estaba controlado, era cuestión de poner las de toda la nación en remojo. Desgraciadamente las peores previsiones se han hecho realidad.
Estos días con abundancia de tiempo libre, teletrabajo aparte, los he ido aprovechando para avanzar en un proyecto que tenía en pausa, leer con profusión, cultivarme en materias que no dominaba y aprovechar para adelantar la práctica de actividades lúdicas que aguardaban el descanso estival.
El proyecto en cuestión es La prueba de Lenzen, la mazmorra que empecé a diseñar hace unos meses y de la que ya hablé anteriormente en el blog. Me planteé una historia que tuviese el espíritu de La tumba de los Horrores: un complejo grande, lleno de trampas difíciles de superar. He querido poner mucho énfasis en el «ecosistema del dungeon», es decir, en que todos los elementos estén interrelacionados entre sí y en que la aventura pueda resolverse de varias maneras y siguiendo distintos caminos, aunque al final todos desemboquen en el mismo monstruo final.
En total, La prueba de Lenzen consta de treinta y tres zonas, algunas de las cuales, están divididas en multitud de subzonas. Por ejemplo, hay un laberinto que tiene veintinueve trampas distintas y también hay dos ciudades con dos culturas insectoides enfrentadas que contienen sus respectivas salas e historias que jugar y descubrir. Como el complejo está lleno de secretos y caminos alternativos, los jugadores pueden explorarlo a placer. Cuanto más profundicen, más sabrán sobre la historia del mismo, de sus personajes secundarios y de las atrocidades cometidas por Lenzen en el pasado.
Todavía no he acabado de redactar la aventura, me quedan dos salas para concluir. Hasta la fecha, tengo escritas en torno a las 23.500 palabras (35 páginas), a las que se les deben añadir lo correspondiente a las referidas salas, las estadísticas de los monstruos y cualquier ampliación que haga más adelante, pues suelo hacerlas cuando tengo nuevas ideas.
Aprovechando que estamos todos forzosamente en casa, me resulta bastante más fácil quedar para jugar y probar la aventura. Mis jugadores están cayendo sin remedio en las trampas pese a las precauciones que toman y en general las sesiones están siendo emocionantes por las soluciones que dan a los problemas con los que se van encontrando.
De momento estamos utilizando el reglamento de Leyendas de la Marca del Este, aunque en el texto hago pocas referencias a ninguno en concreto. Bajo mi punto de vista, conserva lo suficiente del juego clásico y tiene las suficientes innovaciones como para que esta aventura funcione muy bien con él. Además, el juego en el que se basa, que es Castles & Crusades, estuvo avalado por el propio Gygax, así que no hay mejor sucesor espiritual de su obra. Sin embargo, podría funcionar perfectamente con D&D 5 o cualquier otro sistema, a gusto del director de juego.

Con esto termino la entrada de hoy. En próximos capítulos de mi diario de la fortaleza de la soledad os indicaré algunas recomendaciones sobre videojuegos, documentales, series y películas que estoy viendo estos días para distraer los ocios y hacer más llevadera la claustrofobia.
Quisiera desearos mucho ánimo a todos. Por desgracia estamos viviendo uno de esos ominosos episodios nacionales que aparecerán en los futuros libros de historia.

Leyendas de la Marca - Línea - La Marca del Este
Leyendas de la Marca, un juego del que me he enamorado
por su sencillez y respeto al clásico.

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