Un año con mi Xbox One X

En la pasada navidad de 2017 como fui un niño bueno y hacendoso Papá Noel tuvo a bien traerme una Xbox para mi gozo y disfrute, aprovechando que había salido la carísima e hipermolona revisión de la One. Fue mi primer contacto con una consola de Microsoft con lo que la sensación de estar ante algo nuevo era completa.
He de confesar que hasta ese momento no me había sentido demasiado atraído por Xbox, dado que desde sus inicios ha sido una marca de consolas caracterizada por satisfacer los gustos del mercado estadounidense donde los juegos de acción y disparos son los más demandados —no es casualidad que sus sagas destacadas sean Gears o Halo— y yo siempre me he decantado más por el japonés, con sus juegos de aventuras, plataformas, arcade, rol, etc., que suelen ser exclusivos de sus respectivas máquinas. Por si fuera poco salió en una época en la que estaba bastante hartito de Windows y sus múltiples problemas —ah, el viejo pantallazo azul, todos te añoramos—, con lo que comprar una consola hecha por Microsoft no estaba entre mis prioridades.
Pero en fin, leí mucho acerca del proyecto Scorpio, de que Microsoft iba a sacar una consola potentísima, silenciosa y que iba a estar por delante de todas las demás, y como apasionado de la tecnología me picó la curiosidad. Así acabó en mi casa, con el orondo de rojo mediante.
La primera sensación que me dio fue buena. Quizá no de tanto entusiasmo como cuando abrí la Dreamcast por primera vez, pero me agradó el aspecto elegante de la máquina. El mando también, ya que precisamente es una evolución del de Dreamcast, que me gustaba muchísimo, así que de alguna manera sentía que estaba ante la heredera de mi consola favorita de Sega. No en balde aquella llevaba Windows CE y estaba relacionada con el trabajo de Microsoft.
Una de las cosas que me llamaron la atención fue la inclusión de dos códigos de uso de servicios en línea. Uno era el Xbox Gold, que en esencia es una cuota para poder jugar en línea donde además te dan acceso a unos juegos mensuales y a algunos descuentos. El otro servía para activar el Xbox Game Pass, que se ha convertido en un éxito y viene a ser una especie de Netflix para consolas.
Al encender la consola, sin embargo, me llevé una decepción, tenía un tiempo de arranque demasiado largo, de unos 45 segundos, y un sistema operativo que al principio me resultó tosco, poco intuitivo y aparatoso, lleno de opciones y menús que me recordaban demasiado a los de un sistema operativo para ordenador. Pero con el tiempo no solo me he acostumbrado, sino que me ha acabado gustando, aunque todavía pienso que deberían hacer algo con la fluidez a la hora de cargar menús y con la lentitud de arranque de la consola. Existe la opción de suspensión que hace que la activación se haga en segundos, pero si la consola permanece en ese estado se calienta de forma considerable y se nota que trabaja de manera constante, con lo que el consumo de electricidad no debe ser una broma.
El mando como evolución del de Dreamcast me resultó muy cómodo, ergonómico e intuitivo. Me gusta más el esquema de letras que el de símbolos de PlayStation. De algún modo me parece más fácil recordarlo, y sigue idéntico al que ya tenía memorizado. Una de las cosas más sorprendentes es la calidad de los gatillos y de la vibración, pensados precisamente para los juegos de acción y velocidad. Responden muy bien y las vibraciones son potentes y te hacen conectar de manera perfecta con los juegos —hay que probarlo con el Doom o con Halo para ver sus virtudes en toda su gloria—. A propósito, usa pilas. Hay usuarios que se quejan pero la verdad es que yo lo veo una ventaja porque eso te permite usar de tipo recargable y tener a mano siempre unas listas para jugar sin tener las frecuentes interrupciones de la partida para conectar el mando a un puerto USB.
Respecto a que es una consola silenciosa es muy cierto, solo se oye el ruidito del disco duro y de cuando en cuando los ventiladores auxiliares o la lectura del disco, pero todo bastante suave y en comparación con otras máquinas desde luego gana por goleada. Para mí este es un aspecto importante porque el ruido mecánico a veces puede interferir con la música del juego y resulta molesto. Y ya que he mencionado la Dreamcast, en su época parecía que tuvieras un Concorde en casa.
En cuanto a los programas, la tienda de Microsoft ofrece una variedad importante de aplicaciones y juegos. La consola en su día se pensó como un aparato multimedia que pudiese reproducir (y grabar) televisión, música, vídeo, etc., así que es muy versátil en ese sentido y te ofrece aplicaciones que no vas a encontrar en PS4. No hay juegos exclusivos tan interesantes —para mi gusto— como los que tienen Sony o Nintendo, pero tras ver las cosas que ha hecho Microsoft Studios tampoco te puedes quejar en cuanto a variedad. Eso nos lleva a lo mejor que tiene la consola: Xbox Game Pass.
La consola es potente, silenciosa, tiene un mando cómodo y buenos programas. Por si fuera poco mantiene una conexión inalámbrica estable lejos del router, donde otros aparatos no pueden conseguirlo. Así que como máquina se puede considerar muy buena. Pero, con todo, lo más importante son los juegos y Microsoft de forma reciente ha implementado un sistema mediante el que pagando una cuota de 10€ los usuarios tengan un repertorio de 100 juegos para usar cuando quieran, que se va renovando de forma paulatina todos los meses.
Game Pass te permite jugar a cosas que probablemente te perderías de otro modo y descubrir géneros que a priori no te entusiasman pero que guardan verdaderas joyas y puedes probar sin temor a gastarte 60€ en algo que no tenías claro que te fuera a gustar. Microsoft ha tenido el tino de atender a todos los géneros posibles además de apoyar los trabajos de estudios independientes para que sus proyectos lleguen al gran público. El resultado de todo esto es que tienes acceso a un repositorio de juegos bien seleccionados que te van a dar horas y horas de diversión.
Hay algunos aspectos, empero, que me parecen mejorables de Game Pass. El primero tiene que ver con su tendencia a ofrecer muchos juegos de acción y no tantos de aventura o que tengan historias bien desarrolladas, que es la razón por la que no había tenido una Xbox hasta ahora. El segundo con la gestión de la suscripción, que una vez la has iniciado si quieres cancelarla debes hacerlo a través de la web de Microsoft en lugar de desde la propia consola.
Hace unos meses pagué por un mes de suscripción vía prepago y cuando se acabó, en lugar de cancelarse de manera automática, el sistema acumulaba días que se iban a descontar si volvía a suscribirme, aunque no los estuviera aprovechando. Tuve que contactar con el servicio técnico para solucionar el problema, el cual me arreglaron, pero me pregunto qué habría pasado si no me llego a dar cuenta y se pasa meses acumulando deuda.
Otro aspecto que no me gusta concierne al inteligente uso de la mercadotecnia. El repertorio de Game Pass está compuesto por juegos que ya tienen unos cuantos años y se pueden encontrar baratos por separado y luego por las novedades de los estudios de Microsoft, que se lanzan de manera simultánea a la venta tradicional. Los juegos vienen sin expansiones, las cuales se compran aparte, con lo que te encuentras trabajos deliberadamente incompletos. Es el caso de Forza Horizon 4, que es el lanzamiento estrella de esta temporada. Desde los primeros días, por ejemplo, te anuncia que puedes jugar con los fabulosos coches de las películas de 007 y participar en carreras especiales con ellos, pero estos coches se compran aparte como otras expansiones. También observas que el mapa resulta relativamente pequeño pese a la alta concentración de eventos que suceden en su interior. La razón es que te van a vender después nuevas localizaciones, como Fortune Island.
Esto lleva a la reflexión de cómo planea la industria del entretenimiento que sea la relación del usuario con sus productos en el futuro. La idea es que haya múltiples cuotas para acceder a contenidos en formato digital y que el individuo no posea nada físico que pueda reproducir cuando quiera. Esto puede llevar a la monopolización de la cultura por parte de las grandes empresas y a una inducción a un tipo de consumismo exacerbado, además a la desaparición de miles de puestos de trabajo, pues se eliminan intermediarios relacionados con la distribución.
Usar esta clase de servicios es práctico porque en teoría puedes acceder a muchos contenidos a un precio razonable, pero acostumbrarse demasiado a ellos también tiene efectos de alcance a nivel social que deberían tenerse en cuenta.
Al margen de estos inconvenientes, en combinación con este servicio, la Xbox prácticamente se convierte en el dispositivo electrónico de entretenimiento casero perfecto. Es muy difícil que te puedas cansar de ella, y si terminas por sincronizarla con la entrada de antena puedes centralizar todo lo que puede reproducir tu televisor en un solo aparato.
A nivel de ventas, esta generación de consolas la ha ganado PlayStation 4, que es la más vendida y la que se puede encontrar en la mayoría de los hogares, pero lo cierto es que la Xbox hoy día también es una opción más que recomendable para quien le gusten las consolas. En mi caso, como encima no había tenido ninguna de la marca, estoy disfrutando los juegos retrocompatibles, otra de sus virtudes. Microsoft ha invertido en recuperar y adaptar cientos de juegos antiguos para que sus nuevas consolas puedan ejecutarlos. Y lo cierto es que se ven de maravilla para tener tantos años gracias a los filtros de la One X.
En conclusión: si estas Navidades tienes ganas de comprar una nueva consola, te recomiendo que aproveches alguna de las ofertas que se están haciendo y te hagas con una, no lo vas a lamentar. Te vas a llevar una máquina potentísima con muchas posibilidades.

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