Distrayendo los ocios en la fortaleza de la soledad (V)

Y seguimos con la apasionante serie sobre ocio casero en estos tiempos de recogimiento en los que empieza a vislumbrarse una lucecita en forma de vacunas para acabar con la crisis del pangolín zombi.

Roleando, que es gerundio

Estos meses he jugado poco por lo difícil que está resultando quedar con mi grupo habitual. La vida se abre camino, como en Jurassic Park, y cada vez hay que hacer más malabares para vernos y echar una partida. Nos hemos quedado a una sesión de La prueba de Lenzen, el enfrentamiento final contra el señor de la mazmorra. En la última partida uno de los jugadores acabó taquicárdico enfrentándose a una bestia del mundo antiguo que guardaba un objeto clave para llegar hasta él y fue de lo más épico.
Por otra parte, he empezado a dirigir de nuevo por foro a través de Comunidad Umbría, que es una plataforma que me gusta mucho, pero que dejé hace años por falta de tiempo. Este 2020 de vida casera ha sido una oportunidad para retomarla y la verdad es que estoy muy a gusto.
También he ido aprovechando para ir haciendo lecturas de libros pendientes de D&D y de Cthulhu. Ahora mismo ando enfrascado con Cuentos del Portal Bostezante, un recopilatorio de aventuras clásicas de esas que tanto me gustan. Si dispongo de mí cuando acabe la aventura que estoy dirigiendo vía Umbría, puede que monte alguna de las incluidas, no obstante todo depende del tiempo disponible. El rol por foro es maravilloso, pero comprometido y absorbente. Cuando quedas para jugar en persona sabes que la sesión será de tres o cuatro horas, pero aquí el tiempo se dilata mucho más.

Videojuegos

A finales de septiempre o principios de octubre terminé un videojuego que tenía pendiente desde hacía tres años, el Horizon zero dawn, estrenado en febrero de 2017. En su momento fue un gran éxito de ventas y también de crítica, pero lo cierto es que llegó a mis manos al poco de haber acabado The Witcher 3 y era tan extraordinario a nivel argumental y de puesta en escena que este me supo a poco. También era la época en la que había jugado Metal Gear 5, la excelencia en el género de la infiltración, y ya no recuerdo si jugué antes o después The Legend of Zelda: Breath of the Wild, uno de los mejores sandbox de fantasía medieval que se han hecho nunca.
Con esos precedentes como comparativa, pese a su bellísimo aspecto, no llegó a entusiasmarme porque tocaba las mecánicas de todos estos juegos sin llegar a sentir que destacase especialmente en ninguna, tampoco en lo narrativo. Así pues, lo dejé sin acabar prácticamente en los primeros compases del juego y dediqué mi tiempo a otros.
Sin embargo, tenía pendiente darle otra oportunidad y acabar la historia, cosa que he hecho recientemente.
De entrada, visto el juego en perspectiva, considero que en aquel momento me precipité a la hora de juzgarlo y, sin la comparativa inmediata con aquellos juegos que me entusiasmaron tanto, lo cierto es que es una obra más que meritoria, sin tampoco obviar aquellos puntos que me parecieron tan mejorables entonces como hoy.
Para quien no sepa de qué estoy hablando, Horizon zero dawn es un juego de mundo abierto ambientado en un mundo postapocalíptico en el que la Humanidad ha sido reducida a grupos tribales con tecnología prehistórica y se enfrenta a peligrosos robots con forma de bestia, vestigios de una civilización avanzadísima de la que ya no hay recuerdos. La protagonista es una paria que pertenece a una tribu de cazadores-recolectores y, a grandes rasgos, asumirá la misión de resolver los oscuros misterios del mundo.
Como suele ser habitual en esta clase de juegos, hay una historia principal, que es la más interesante y elaborada, y luego un montón de historias secundarias que básicamente consisten en ir del punto A al punto B y matar máquinas. La gracia de esa tarea está en que las máquinas están inspiradas en animales propiamente prehistóricos y cada una tiene ciertos puntos débiles que conlleva elaborar estrategias para vencerlas. Enfrentarse a las más grandes es un verdadero desafío y los combates se vuelven algo muy épico, que cuando acaba te hace sentir una verdadera sensación de alivio y de triunfo.
La historia principal trata de averiguar qué sucedió en el pasado para llegar a este mundo devastado y encontrar el destino de la heroína de la historia.
Las mayores virtudes del juego son su presentación, la ambientación, los emocionantes combates y su protagonista, con la que conectas enseguida —muy lograda su personalidad—. El trabajo de doblaje en general es muy bueno y los escenarios preciosos. Mejorables son las historias secundarias, que requieren ser algo más que una excusa para cazar máquinas, la inteligencia artificial y la expresividad de los personajes, cuyos diálogos a menudo no se corresponden en absoluto con los gestos corporales. También se echa de menos un escenarios más interactivo e interesante de explorar, como sucedía en el Zelda, y que la protagonista tenga acciones tan básicas como trepar o subir escalones altos. Resulta del todo inverosímil que el juego no te permita subir escalones o aterrazamientos pero que luego la protagonista pueda hacer vertiginosas bajadas en rapel o subir por salientes o cuerdas preparadas a tal efecto. En ese sentido, los diseñadores del Zelda también resolvieron el problema de una manera más eficaz.
Visto en conjunto he de decir que mi opinión ha cambiado respecto a la primera vez que lo jugué. Considero que es un buen juego, que tiene ideas muy interesantes y un trasfondo de lo más atrayente a medida que te sumerges en él. Pelear con las máquinas se vuelve adictivo y todavía más a cada arma y estrategia distinta que pruebas. Pero también que tiene un margen de mejora que veremos si se ha materializado en la continuación que estará lista en breve.

Los entornos son de una belleza apabullante
Los entornos son de una belleza apabullante

El segundo juego al que he dedicado mucho tiempo estos meses es el Days Gone. Se trata de otro sandbox postapocalíptico, pero en este caso el fin de todo viene por una pandemia que ha convertido a la mayor parte de la Humanidad en mutantes —dadas las circunstancias actuales esta clase de argumentos resultan bastante inquietantes—. El protagonista es un motero que ha perdido a su mujer y recorre el mundo realizando labores de mercenario con su mejor amigo. Ambos se preparan para marcharse de donde viven y no volver.
A diferencia de lo que suele ser en el género zombi-mutante, no estamos hablando de un juego de terror sino más bien de supervivencia en un mundo hostil y muy peligroso. Los sustos no están a la orden del día como en Resident Evil y pese a que hay sensación constante de ser una presa, no te vas a pasar la partida taquicárdico, lo cual, dicho sea de paso, mi corazón lo agradece.
Una de las mayores novedades de este juego es el recurso de enfrentarse a hordas de engendros, una proeza técnica porque las cosas se pueden llegar a poner muy peliagudas con centenares de enemigos en pantalla pisándote los talones. No quiero imaginar lo que podrán conseguir los diseñadores en las nuevas consolas si hacen una segunda parte. En mi opinión, enfrentarse a una horda es una experiencia que todo jugador de PS4 debería experimentar porque es una intensísima descarga de adrenalina. La sensación de triunfo y alivio al salir victorioso —en el modo difícil— es enorme.
A nivel de ambientación y argumento, sin inventar la pólvora, es un juego brillante. Me ha parecido prácticamente perfecto, incluso más interesante que The Last of Us 2, que es el techo en esta clase de juegos. Se nota que ha sido realizado con cariño y que se ha dedicado tiempo a conseguir que cada pieza encaje donde debe. Me gusta especialmente que puedas moverte con libertad por el escenario con una moto personalizada sin sufrir el encarrilamiento de otros juegos de zombis, ni el agobio de estar de forma habitual en lugares cerrados, aunque también los hay. También que sea un juego muy largo donde la sensación de vivir el día a día en un mundo devastado resulte realista.
Al igual que en otros sandbox, eso sí, se abusa de las misiones repetitivas y del ir de A a B a matar todos los enemigos. En ese sentido, tengo la sensación de que los estudios relacionados con Sony comparten herramientas de trabajo, porque veo mecánicas calcadas en Horizon, Days Gone, Ghost of Tsushima y también en The Last of Us. La IA de los enemigos también es muy predecible y tras unas horas de juego prácticamente aprendes todas sus rutinas.
Solo decir que me ha parecido un juego muy recomendable y que el protagonista probablemente pase a la historia de los grandes personajes de la historia de los videojuegos por su personalidad. Supongo que habrá una continuación, aunque leí hace poco que sus artífices se habían separado del estudio, ahora que está finalizado, lo que resulta una pena. A propósito, tanto el doblaje al castellano como las interpretaciones son geniales.

Aquí es cuando Simpson e Hijo sufren que
alguien ponga la música de persecución
al vender el tónico revitalizante

Una nueva consola

Los aficionados a los videojuegos estamos de enhorabuena porque acabamos de entrar en una nueva generación de consolas, lo que significará con los años aventuras con un mayor nivel de realismo y mundos más grandes, interactivos y ricos en detalle. He tenido la fortuna de poder hacerme con una PS5 que pude reservar de milagro y me llegó el primer día. Mi regalo de Navidad anticipado, que tenía planeado desde hacía mucho.
Hay una gran cantidad de análisis de la máquina en la red, incluyendo los de los muchos gurús de YouTube, así que seré breve. Es una máquina grande y pesada, muy grande, más que la PS3 original, que todavía conservo. Es difícil encontrarle espacio y de pie, como se presupone que debe colocarse, se puede caer con cualquier tropiezo, así que la he colocado tumbada, que es una posición que la desluce estéticamente y recuerda mucho a los aparatos de vídeo de los 90. Se ha dicho que es silenciosa, pero más o menos hace el mismo ruido que la PS4 Pro, solo que algo más atenuado. El disco suena igual y los ventiladores cuando se ponen en marcha más o menos también.
La interfaz de la consola es más bonita e intuitiva que la de PS4 y el muy anunciado disco SSD reduce de manera considerable los tiempos de carga tal y como se prometió, así que la experiencia de juego se hace bastante más agradable, algo que se nota al morir y volver a empezar la partida desde un punto de control. Esa rapidez no la vivía desde los tiempos de los cartuchos.
Sony ha decidido incluir el juego Astro's Playroom, un plataformas 3D al estilo noventero que hace un repaso a la historia de las consolas de la compañía y al mismo tiempo te ayuda a probar las posibilidades del nuevo mando que es, sin duda, la mayor sorpresa del conjunto.
El nuevo mando parte de la base establecida por Nintendo en la Switch. Incluye vibración háptica, lo que significa que simula el roce con determinadas texturas y movimientos interiores de lado a lado. Si llueve el mando da pequeños toquecitos para que parezca que te salpica el agua y si ruedas por una ladera rocosa se intenta hacer notar el rozamiento con la superficie. Las sensaciones son muy curiosas y hacen los juegos más inmersivos.
Los gatillos ofrecen, asimismo, resistencia a la hora de pulsarlos. Si tiras de una máquina tragaperras o si tratas de aplastar una lata, te costará hacerlo al tiempo que vibran. Si disparas una pistola, el gatillo se trabará ligeramente para simular su recorrido. También si te balanceas como Spiderman, las telarañas ofrecen resistencia.
El mando reconoce sonidos a través del micrófono, así que puedes usarlo para soplar objetos en el juego, y también tiene un sensor de movimiento muy preciso, lo que amplía las posibilidades.
La batería ha aumentado su duración de manera muy considerable, que era uno de los problemas del mando de PS4. Se ha mantenido el panel táctil y también se ha facilitado la posibilidad de compartir contenidos.
En definitiva, el mando es lo que más me ha gustado de la nueva máquina por lo versátil que resulta. Lo que menos me ha gustado, aparte del tamaño y de que no me convence estéticamente en su posición horizontal, es el tamaño del disco duro: 825 GB, que se reducen a unos 600 y pico con el sistema operativo. Teniendo en cuenta que algunos videojuegos actuales ocupan en torno a los 100 GB, creo que la se queda demasiado corta. Ya era poco en la generación anterior, así que imaginemos cómo está ahora la cosa teniendo en cuenta que es una inversión para que dé servicio durante años.
La máquina incluye una bahía de expansión para una futura ampliación, pero para ello es necesario abrirla. Tengo claro que en cuanto se pueda ampliar el disco lo voy a hacer, aunque de momento es una posibilidad restringida hasta una futura actualización del sistema.
Como conclusión diré que es una consola prometedora con muchas posibilidades y que en cuanto empiecen a salir juegos que expriman de verdad su potencia creo que vamos a ver verdaderos prodigios. Soy de la opinión de que hemos llegado a un punto en el que la calidad visual es tan buena que el campo que queda verdaderamente por explotar es el de la inteligencia artificial, que poco a poco se va perfeccionando, pero todavía le queda mucho por mejorar.
Como habréis visto, prefiero sin dudas los juegos para un solo jugador en los que se plantea una historia bien elaborada. A estos solo les falta que los personajes secundarios se comporten de una manera más creativa y menos rutinaria.

Jamás pensé que podría hacer quedar
como pequeña a la PS4 pro



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