Hoy jugamos a... Cultos innombrables: Fundido en blanco (VI)

Los periodistas tras la entrevista con Tracy Bush de Carson obtienen el mapa de un desconocido que logró huir tiempo atrás de la infame granja de los White. El mapa parte precisamente de la casa de Tracy Bush en dirección al desierto y a la grieta de un cerro, tapada por espinos. Por consenso toman la decisión de que partir inmediatamente desde Carson puede ser una mala idea dada la cantidad de miradas indiscretas que se prodigan por sus calles. Tras la avería intencionada del motor de la furgoneta llegan a la conclusión, por otra parte, de que quedarse a pernoctar en el pueblo puede ser peligroso, así que deciden dar un rodeo a pie dejando entrever que han decidido seguir la línea de la carretera y marcharse.
El mapa como había sido dibujado por un hombre sediento y desorientado está lleno de vagas indicaciones que obligan a dar algunos rodeos que ya dio su desdichado cartógrafo. Al fin logran llegar a la grieta, cuyos espinos tienen que apartar con un machete para pasar y acaban produciéndoles cortes y alguna reacción alérgica. Ante los periodistas, la oscuridad insomne, una ligera brisa que proviene del interior y un desagradable olor arrastrado por la misma que preludia aciagos acontecimientos.
Uno de los periodistas se fija en una borrosa inscripción grabada en la pared con una piedra: «Brooks was here» (Cadena Perpetua). Y abajo una frase escrita con mano temblorosa que dice: «cuidado con las criaturas que aguardan tu paso, soy libre al fin».
Avisados de los peligros, los periodistas liderados por Myrick comienzan a avanzar por el laberinto de cuevas temerosos del posible ataque de alguna aberración relacionada con los White, como los engendros de Jolene. Myrick decide seguir en todo momento la brisilla que circula por las cuevas. El terreno resulta bastante accidentado, todo está lleno de estalactitas, estalagmitas, desniveles y cruces de caminos. En uno de estos encuentran el exoesqueleto de un Kryseig cuyo interior ha sido parcialmente devorado y está repleto de gusanos y otros parásitos. Más tarde localizan el esqueleto de una criatura vagamente humana acurrucada en un rincón que muestra rasgos abominables y extremidades acabadas en garras. Además, al atravesar un paso angosto localizan marcas de garras, sangre y algunos dientes, posiblemente procedentes del esqueleto anteriormente hallado. Probablemente Brooks se enfrentó a la criatura y la golpeó al atravesar la angostura.
Tras cinco horas de penoso camino, el poco atlético Stuart no puede más. Sufre de flato, dolor lumbar, hambre y falta de reposo. Sus compañeros no quieren detenerse pese al ofrecimiento del director de juego de un punto dramático a cambio. Así que entre dos de sus compañeros que se ofrecen como punto de apoyo, caminan una hora más hasta llegar a una especie de vertedero.
Al iluminar los montones de basura pueden observar horrorizados que abundan los restos humanos mal comidos y también los esqueletos de niños. El suelo está cubierto por un repugnante moho verdoso y todo hiede a descomposición. Por si fuera poco, a lo lejos empiezan a escucharse unos ruidos amenazadores, como si una criatura cuadrúpeda se acercase. Un utugul los ha estado siguiendo.
El grupo se divide. Unos intentan localizar una salida mientras los otros se aprestan a enfrentarse a la amenaza. De pronto, se produce un movimiento rápido entre las sombras y la bestia se abalanza sobre  Naomi, a la que termina seccionando la yugular. Bennet aprovecha y apuñala por la espalda al utugul, que profiere un grito de dolor que parece avisar a otros de su especie.
Stuart parece que ha encontrado unos escalones de acero incrustados en la pared, así que todo el grupo intenta huir por ellos con la esperanza de que arriba habrá una salida. No hay tiempo para llorar la muerte de Naomi.
El joven Stuart es el último en subir, pero el cansancio del camino hace que pierda el equilibrio y caiga al suelo. Justo en el momento en el que otra de las criaturas de las cuevas hace acto de presencia. Visto lo visto, Stuart sabe que ha llegado su final, pero decide vender cara su piel. Saca la pistola que le había sustraído a su padre y trata de acabar con la criatura. Actúan al mismo tiempo, el utugul intenta destrozar al muchacho mientras Stuart vacía el cargador. Ambos acaban tendidos en el suelo, uno rajado y con la cara medio devorada, el otro con una indigestión de plomo.
La cámara del móvil se aleja a medida que los periodistas suben las escaleras entre lágrimas y angustia.
Al final de la escalera hay una trampilla, tras ella un sol hiriente propio del desierto y un ambiente lisérgico. Suena el chirriante y parsimonioso movimiento de un molino de viento, al fondo se ve la imponente y desagradable granja de los White. Los anfitriones esperan a los recién llegados.
Fundido en blanco.

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